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#Luyego de Somoza

Luyego de Somoza,​ es un pueblo, situado bajo la cara Este del Teleno, en la “sub montia”, como indica su “apellido”.
 

La orientación y elevación a la que nos encontramos, los dones de las aguas de los ríos Llamas y Espino, nacidos en las mismas cumbres de la Sierra y, por supuesto, la acción humana que durante siglos hizo y deshizo a su antojo para sacar de esta tierra el metal precioso por excelencia, el oro, han formado en el entorno paisajes duales de gran belleza, aunque no sean muy conocidos, lo cual, si cabe, les da mayor encanto y autenticidad.


Panoramas de ribera, de secano, de cuestas, de llano, vergeles, yermos,… o enclaves arqueológicos destacados, se encuentran a poca distancia unos de otros, listos para ser visitados, admirados, disfrutados y nunca olvidados.
Tanto en invierno como en verano, es posible realizar originales rutas de senderismo en las que incluso se podrán admirar las indelebles cicatrices dejadas por la dominación romana en la tierra; algunas tan impresionantes como Fucochico. Este enclave es una explotación minera hidráulica, realizada entre los siglos I y IV de nuestra época, derivando por medio de un canal, aún hoy visible, desde las inmediaciones de la localidad de Molinaferrera (37 km de trazado total) el caudal del río Duerna hasta aquí. Fucochico, nombre por el que popularmente se conoce a este yacimiento originado por la aplicación del método de la ruina montium, se vislumbra desde el lado derecho de la carretera que une Luyego con Priaranza de la Valduerna y desde ese mismo altozano es desde donde mejor se puede distinguir su forma de gran “circo” con alrededor de 200 metros de diámetro.


Pero, no sólo hay rincones naturales singulares; sino que, en las calles de Luyego, se muestra toda la idiosincrasia de la cultura y etnografía maragata. Esa impronta única que ha quedado plasmada a través de los siglos en la arquitectura, con destacados ejemplos de casas arrieras, en las costumbres, la gastronomía, la música y los bailes, las vestimentas típicas,… Es un lugar ideal para comenzar un nuevo proyecto de vida en un medio saludable, tranquilo, sin contaminación ni estrés, en contacto con la naturaleza y las tradiciones…


Todo es atractivo también para el visitante que tiene mil y un motivos para acercarse los 365 días del año a esta pequeña localidad de apenas 132 habitantes. Pero, sobre todo, es cita obligada el segundo domingo de octubre, cuando se celebra la romería de los Remedios de gran raigambre local, regional e incluso nacional; pues, allí donde haya un descendiente de esta tierra, se conoce a la “Patrona de toda La Maragatería y del Arciprestazgo de Somoza”. En su honor, acuden multitud de personas como romeros a procesionarla desde todos los confines de la provincia leonesa (Valduerna, Bierzo, Páramo, Órbigo,...) o desde cualquier lugar de la geografía nacional, por alejado que esté (Madrid, Barcelona, Sevilla, A Coruña…).


El Santuario de Nuestra Señora de los Remedios se remonta a una primitiva ermita, de factura rústica y pobre, nada que ver con el elegante templo barroco actual. Pero, a mediados del siglo XVIII, fue necesario ampliarla y enaltecerla; ya que la devoción se extendió y consolidó de forma abrumadora con el milagro obrado en Manuel de Soto y Macía, presbítero de Luyego, quien, encontrándose en trance de perder totalmente la vista, por la intercesión de la Virgen la recuperó. Fue, el propio presbítero, quien sufragó, en el año 1772, la construcción, sobre el mismo solar de la pequeña ermita originaria, del destacable templo actual.


Año tras año, la imagen sale de su camarín arropada por los cantos de los “ramos” de ofrenda, al son del tamboril, la chifla y las castañuelas, para recorrer las calles del pueblo portada a hombros de las mozas, seguidas de los mozos; todos ataviados con el colorido traje de la antigua usanza. En cada ocasión se aúna la religiosidad, la fiesta e incluso el mercadeo propio de los maragatos, en una algarabía sin igual que convierte las eras que rodean la ermita en un escenario casi de otro tiempo. Ese día, no se puede abandonar Luyego sin haber cumplido con la tradición de comprar “los perdones”, como se llama a las avellanas que se venden en pequeños puestos y sin haber degustado una buena ración de pulpo “a feira”.


Ya para terminar, ni que decir tiene que no hay otro pueblo tilenense en el que se pueda disfrutar de un alojamiento más selecto ni de una gastronomía tan exquisita como en Luyego de Somoza, recomendados en todos los portales de internet y por todos los turoperadores nacionales y extranjeros.


Por eso, no estamos pidiendo un milagro a la Virgen de los Remedios, sólo pedimos un voto para nuestro pueblo. Apoyad esta candidatura. Gracias.

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