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Los Bosques

Los bosques son, sin duda, uno de los sistemas vivos más apreciados y que mayor vinculación han tenido con las comunidades rurales. Resultan vitales para el mantenimiento del suelo y de la humedad, y custodian una gran diversidad viva, a veces con especies de gran valor de conservación. Han sido y son fuente de multitud de recursos, tradicionalmente aprovechados por el hombre de estas montañas que ha obtenido de ellos no pocos productos, utilidades y servicios.



El bosque es un ecosistema complejo, cuya estructura se fundamenta en la presencia de grandes árboles que condicionan la vida de cuanto les rodea, incluido el hombre. La actual distribución de los bosques en Montañas del Teleno, nada tiene que ver con el paisaje que los antiguos habitantes de este territorio pudieron contemplar en otros tiempos. Este cambio es consecuencia directa de unos usos tradicionales que han modelado el paisaje durante siglos y del abandono reciente de los pueblos y de sus recursos, que está resultando determinante en el aspecto y configuración de las masa boscosas que existen en la actualidad.


Son varios los tipos de masas arboladas que prosperan en el territorio de Montañas del Teleno, que se distribuyen en función de las querencias de las distintas especies. Pinares de repoblación jóvenes y maduros, que año tras año sufren el azote de recurrentes incendios forestales, casi siempre provocados. Sotos de castaños bien manejados por su apreciado fruto, la castaña. Robledales bien conformados que mimetizan, en parte, los relieves de las faldas de los montes. Encinares que buscan las zonas más llanas, algunos impenetrables, aunque los más, en forma de dehesas, con encinas dispersas, abiertas, que dan cobijo y sombra a una nutrida fauna y también a los ganados domésticos. Y los bosques de ribera, que protegen los cauces de ríos y arroyos, formando líneas serpenteantes que siguen el curso del agua. Mención especial merecen, por su singularidad, los bosquetes de abedul que crecen en algunas laderas montanas, siempre orientadas al norte, de la sierra de La Cabrera. Son los supervivientes de formaciones mucho más extensas que proliferaron en otro tiempo geológico y que ahora se mantienen solo en enclaves con suficiente humedad en el suelo.


Ambientes cuya dinámica conlleva siglos de evolución, cuya fragilidad se hace manifiesta en la huella dejada por el fuego y las sucesivas talas. Algún árbol testimonial queda entre los cultivos, como testigo de la extensión que estos bosques debieron tener en tiempos históricos, mientras las masas más densas se cierran en lugares más inaccesibles, protegidas por su propio aislamiento.


Un paseo por alguno de estos bosques permite descubrir seres, paisajes y detalles sorprendentes. Una cascada, las agallas, una seta o un sorprendido corzo diferencian cada visita de la anterior, demostrando lo dinámico y vivo que son estos ecosistemas.


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