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#Requejo de Pradorrey

Desde Astorga, siguiendo el curso de la antigua carretera Nacional VI, la “Madrid-Coruña” de toda la vida, tomando el desvío que conduce a Pradorrey, apenas a unos metros más allá, comienza a vislumbrarse la localidad de Requejo.


Requejo, según la Real Academia de la Lengua, significa, entre otras cosas “rincón escondido”,… y a esa definición responde este pueblo recogido y abrigado por el valle que forma el río Argañoso.


Arraigado entre el enigmático País de Maragatos y las nobles tierras de la Cepeda, Requejo, participa de la historia, la tradición y la cultura de ambas comarcas… Y, quizá por ello, este “recoleto rincón”, atesora un encanto especial digno de descubrir.


Requejo de Pradorrey, como así figura inscrito en todos los documentos; hoy, apenas cuenta con un censo superior a los 20 habitantes, pero conoció épocas mejores en las que por sus calles transitaban hombres y mujeres atareados en las faenas del campo para arrancarle a un terreno, de no muy buena calidad, el sustento y, niños, muchos niños; tanto es así que, desde finales del siglo XIX fue consiguiendo la suficiente entidad como para pasar de ser un anejo de Pradorrey, que por entonces era la cabecera del Ayuntamiento, a ser reconocido como una verdadera entidad local, un pueblo por derecho propio.


De aquel pasado, quedan algunas casas tradicionales y, entre ellas, destaca una, no tanto por su singularidad como por su historia, la “casa del Arcipreste”. A la entrada nos recibe, o, a la salida nos despide, según en qué dirección vayamos, una edificación de mampostería de piedra rojiza, amplia pero sobria, sin ornatos, pero que, como su nombre indica fue la proverbial residencia del Arcipreste del decanato de la Cepeda. No hace tanto que, como otras muchas construcciones de alto valor cultural y etnográfico se encontraba abandonada; sin embargo, actualmente, luce rehabilitada y restaurada con esmero y es un claro ejemplo de buenas prácticas de aplicación de los principios de la bioconstrucción, convertida en un establecimiento de Turismo Rural donde disfrutar cómodamente de la paz del lugar y de otros muchos lujos y placeres que como se dice en esta tierra “no se pueden pagar con dinero”.


A su lado, formando un conjunto muy armonioso, se encuentra la iglesia, dedicada a San Martín. Sólida, con planta de cruz latina, en cuyo interior se puede admirar un buen artesonado y destacables altares barrocos, como merece tener la parroquia que era regentada por todo un Arcipreste.


El resto del caserío se alinea a lo largo de la carretera, constreñido entre la peña y el río, formando una hilera que asemeja a soldados en formación que pugnan por no ser engullidos por la naturaleza a la que robaron el sitio para ser levantadas. Su arma no es otra que resaltar del paisaje con los vivos colores que lucen sus puertas y ventanas; azul, rojo y verde como marca la tradición.


No faltan tampoco elementos tan populares como un viejo molino harinero que conserva apenas su estructura, pero se resiste a sucumbir al paso del tiempo que lleva en desuso, o las tapias hechas a “piedra seca” para deslindar las propiedades que levantaron los antepasados y aún cumplen su función.


No es un gran monumento, sino una sencilla cruz de madera sobre una base de mampostería. Sin embargo, el crucero, sigue después de siglos en su sitio, marcando el ramal del Camino de Santiago que desde la Cepeda venía a entroncar con el Camino de Manzanal; por lo que es digno de mencionar como parte importante de la historia y la herencia jacobea. Aprovechando una pradera natural está el área de juegos; aunque no se puede decir que sean unas grandes instalaciones, son lo suficiente para que los niños disfruten a lo grande al aire libre y sin peligros.


No faltan tampoco espacios para que los vecinos den rienda suelta a su imaginación. ¿Qué pueblo puede presumir de tener hermosos versos de Miguel Hernández, plasmados en un lienzo de pared?... Pues, sí, Requejo de Pradorrey. No somos fotógrafos profesionales ni tenemos cámaras de última generación y, por eso, podemos asegurar que la belleza que ha quedado plasmada en las fotos que presentamos, hechas con un simple teléfono móvil, es real, ¡no hay Photoshop que valga!… Es la imagen real de Requejo de Pradorrey, un lugar pequeño, muy pequeño, que, sin embargo, se resiste a ser un “vaciado” más. Por eso, para que sus habitantes se sientan orgullosos de él pedimos vuestro voto.

 

Ya presentamos la candidatura dos años consecutivos y no se alcanzó el objetivo; pero, no nos desanimamos. Hay que reconocer que competimos con otros lugares muy meritorios, toda la Tierra Tilenense, lo es; y no haber ganado no significa que no sea uno de los pueblos más bonitos, sólo que tuvo menos votos. En 2023, con vuestro apoyo, sí podrá estar entre los primeros. Gracias.


¡¡Requejo de Pradorrey, uno de los 10 Pueblos Tilenenses más Bonitos 2023!!

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