Vilar de Golfer, pueblo bonito todos los días y a todas horas.
Villar de Golfer es uno de los pequeños pueblos Tilenenses que pueden presumir de ser bonitos desde siempre, en invierno y en verano, a pleno día y hasta por la noche. Y es que su ubicación hace que el caserío este rodeado de una gran belleza geográfica al adaptarse a las suaves lomas del valle que forma el Río Peces en su recorrido desde la misma cumbre del Teleno hasta verter sus aguas en el Duerna. Pero no sólo la naturaleza es generosa en Villar, sino que este lugar ha sido testigo de una historia milenaria, del paso de distintas culturas que también han dejado una profunda huella en el paisaje aún hoy perceptibles a simple vista.
Todo el contorno fue removido, volteado, lavado, minado,… y, en definitiva, explotado por la codicia de los romanos en busca del oro que albergaba el subsuelo, sometiendo bajo su dominio tierras y gentes, a esos primeros pobladores de los que provenimos, las tribus del Noroeste, que no debieron entender como el dios que moraba en la imponente Sierra que cierra el horizonte y tras la que se oculta el sol cada día desde que el mundo es mundo les dejó abandonados a su suerte. Llama la atención los impresionantes castaños que abrazan con su sobra al pueblo y, no sólo por su imponente porte bajo el que es una delicia pasear o simplemente sentarse a ver pasar el tiempo con tranquilidad; sino porque, tradicionalmente, se ha considerado que los castaños no son autóctonos de España, sino que fueron introducidos en tiempos de los romanos desde Turquía y otros puntos de la cuenca mediterránea oriental.
Muchos libros recogen que la harina obtenida de sus frutos habría servido para abastecer a las tropas colonizadoras; sin embargo, estudios más recientes confirman que las castañas no constituyeron un alimento de importancia nutricional en aquella época, sino que las plantaciones se efectuaron fundamentalmente para obtener postes con los que sujetar las galerías de las minas y para otras tareas auxiliares en la extracción aurífera.
Sea como fuere, lo que sí es cierto es que en Villar de Golfer hay un magnífico soto de castaños cuyos ejemplares quizá sean herederos de aquellos otros que Roma trajo a estas tierras. Y, hablando de repasos históricos, incluso el nombre de este pueblo maragato del Ayuntamiento de Luyego, con apenas 23 habitantes, denota su remoto origen; ya que Villar, proviene del latín villare y no significa otra cosa que poblado pequeño. En concreto, hablamos de un asentamiento altoimperial, que fue creciendo y evolucionando hasta llegar a lo que es actualmente, a partir de dos castros el de La Huerga y el de la Corona.
En sus calles lucen aún orgullosas las típicas y centenarias construcciones maragatas dignas de admirar, levantadas en piedra para resistir los rigores invernales y el implacable calor del verano. Pero, también hay arte y patrimonio en Villar de Golfer, y mucho, conservado en su Iglesia Parroquial, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Natividad. Este templo, de una sola nave, pórtico de entrada, cabecera cuadrada y esbelta espadaña, fue construido con la propia piedra del lugar, encaramado a una loma, formando un armonioso conjunto con el entorno. Antes de entrar a conocer su patrimonio, no puede dejar de verse el reloj de sol colocado en la fachada, que desde mediados del siglo XVIII mide el paso del tiempo.
En el interior destaca el Altar Mayor que luce un retablo barroco del siglo XVIII y en los laterales de la nave, aunque de menor tamaño, merecen también atención los San José y el de la Virgen del Rosario. Más antigua es aún la Ermita de San Mamed o San Mamede, que también así se le nombra, levantada en uno de los altozanos que rodean al pueblo allá por el siglo XVI. La devoción a este santo fue muy popular y su festividad, el 7 de agosto, era muy celebrada. Pero, por diversiones que no quede venir a Villar de Golfer, porque, cada año, el último sábado de agosto, se reúnen los vecinos, amigos, visitantes y cualquiera que lo desee para festejar “La Sacramental” a bombo y platillo… y mejor comida. Y, como toda celebración tiene su torna, al día siguiente los actos se dedican a la Virgen de La Carballeda. Queda claro que Villar de Golfer es un pueblo Tilenense bonito en cualquier estación y en cualquier momento del día; pero no sólo porque así lo parezca en unas fotos, sino porque se puede y se debe ir a comprobarlo allí. No será “un viaje en balde”.
¡¡Votad por Villar de Golfer y no echaréis vuestro voto en saco roto!!